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Autolesión en los centros escolares

       Gabriel, Pegalajar (Jaén) Según psicólogos y psiquiatras la autolesión se ha incrementado en jóvenes y adolescentes, también afirman que este acto de autolesión se produce cuando se esta en momentos de angustia y situaciones de estrés. Se identifica a la autolesión como producto de, principalmente, experiencias traumáticas en la infancia o con la crisis de identidad que sufren los jóvenes en la adolescencia. La autolesión suele ser definida como el producto de un abuso físico o sexual, matoneo, bajo rendimiento escolar, familias disfuncionales, perdida de un ser querido, baja autoestima, choques culturales, choques religiosos, choques étnicos o depresión.

 

        Ahora bien, miles de adolescentes de entre, principalmente, 10-19 años realizan la autolesión para aliviar un dolor mental con otro físico. Esto es debido por las continuas burlas a las que una sociedad hipócrita y con prejuicios, somete al no incluirse en el “modelo estándar” de persona, ya seas más pequeño/a, delgado/a, gordo/a o alto/a. Estamos viendo como incluso algunos adolescentes pasan de autolesionarse a intentar suicidarse. Lo peor es que la sociedad en la cual vivimos acusa a estos jóvenes de “querer llamar la atención”¡Claro que quieren llamar la atención! Pero es una manera de pedir “ayuda”, y ante el miedo de que unos cobardes hipócritas les critiquen o los rechacen, buscan una fórmula por la que acaban haciéndose mas daño a ellos mismos. Aveces la propia familia de estos adolescentes los acusan diciendo que “son tonterías”, “se le pasara” o “eso son las hormonas”. ¿Acaso esas familias piensan que la vida de una persona es una tontería?¿La vida de un ser querido es una tontería? Imagínate que tu propio hijo/a se autolesiona con la intención de suicidarse ¿creerías que es una tontería?

La crisis de los refujiados

        Bernardo, Pegalajar (Jaén) Lo que hace unos años eran situaciones desconocidas, hoy nos llegan al instante a través de la prensa, la radio, la televisión e Internet. Casi todos los días escuchamos o leemos sobre las huidas desesperadas de los sirios en barcos, trenes camiones o a pie, para llegar a una tierra que les permite una vida digna. Hasta el punto que la gente se divide en dos, unos, a favor de acogerlos; y otros, en contra, advirtiendo de una serie de peligros.

 

        Mientras que en territorios no muy lejanos de Europa son asesinados cientos de hombres, mujeres y niños, los europeos nos sentíamos seguros, y no pensábamos que las consecuencias de la guerra nos pueden afectar. Los refugiados que se ahogan en el mar por llegar a las costas europeas no dejaba de ser una noticia de más de unos segundos. Sin embargo, la imagen de un niño muerto en la playa, devuelto por el mar a nuestros pies, nos abre los ojos. Ya no es un ser sin identidad, tiene nombres y apellidos. Y nos hace pensar: ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo no somos capaces de proteger al débil?

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        Europa los trata como si fueran objetos, llevándolos de un sitio a otro. Se ha llegado a afirmar que entre esos refugiados, hay integrantes del ISIS, y que utilizan a niños para dar pena y que los acojamos. Por eso, hay una indecisión en Europa sobre los refugiados.

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        Pero realmente, ¿podemos pensar que los sirios que recorren miles de km con sus niños en los brazos es porque quieren remover las conciencias europeas? ¿O es qué nuestras conciencias se quedan más tranquilas si no le abrimos las puertas pensando que pueden ser terroristas?

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        El acoger refugiados que huyen de la guerra es un gesto de humanidad. El cerrar las fronteras a los que huyen de la muerte es un gesto que no es propio de nadie.

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        Si miramos hace muchos años atrás, nuestros abuelos, padres, tíos, fueron acogidos en países extranjeros, con las mismas condiciones que antigüamente.

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